El Puig de Santa Maria ha celebrado este fin de semana los días grandes de sus fiestas patronales en honor a Sant Roc, con un programa repleto de actos que han conjugado la devoción, la música, la cultura popular y los festejos taurinos. Los clavarios de Sant Roc 2025 han sido los grandes protagonistas de unas jornadas que quedarán grabadas en la memoria colectiva del municipio.
Jueves: toros, música y tradición
La jornada comenzó temprano para los clavarios, que desde primera hora se encargaron de colocar y revisar las barreras del recorrido taurino para los festejos de la tarde. A las 11:30 horas, se sumaron a la fiesta organizada por la peña K-MARILÓ en el número 44 de la calle Mayor, donde la música de El Litos y DJ Jotha animó a vecinos y visitantes en un ambiente festivo.

Tras la comida, a las 16:30 horas, la charanga recorrió las calles del municipio como antesala dels bous al carrer, acompañada por clavarios, peñistas y vecinos. Por la tarde, se celebraron los festejos taurinos con toros de corral de la ganadería Fernando Machancoses. El primer toro salió desde la Plaçeta de Peris pasadas las 18:30 horas, debido al intenso calor, y recorrió con brío todo el circuito. El segundo toro fue desencajonado desde la Plaçeta de Sixto, cumpliendo también con las expectativas. A continuación, se soltaron vaquillas que pusieron emoción a la tarde.
Finalizados los festejos, el ganadero reemplazó los toros para preparar l´embolà nocturna. Mientras tanto, los clavarios cenaron en la fonda y a las 23:00 horas se celebró el esperado sorteo para la tallà, que estuvo a cargo de Tavi y Alberto, quienes cortaron la cuerda con maestría. La noche taurina concluyó sobre las 2:30 horas, y los clavarios se retiraron a la casa fonda para compartir vivencias antes de descansar.


Viernes: ofrenda y Nit d’Albaes
Por la mañana, los clavarios se desplazaron al Monasterio del Puig para preparar la imagen de Sant Roc. A las 19:00 horas, comenzó el pasacalles desde las inmediaciones del polideportivo La Pedrera, recogiendo a los festeros y acompañantes para llevarlos al monasterio, donde tuvo lugar la ofrenda floral a la Mare de Déu del Puig y a Sant Roc.
Tras la cena con sus familias, los clavarios se reunieron en la rampa del Monasterio, donde la atmósfera ya vibraba con una mezcla de nerviosismo y expectación. El grupo de tabal i dolçaina marcaba el compás, abriendo paso a los versadores y cantadores que, con voz firme y corazón entregado, comenzaban a hilvanar versos que parecían brotar del alma del pueblo. Y es que, la Nit d’Albaes en El Puig no es simplemente una noche festiva, es un ritual ancestral que transforma cada rincón del municipio en un escenario de emoción, música y poesía.
La iglesia del Monasterio se convirtió en un santuario de sentimientos. No cabía un alfiler, vecinos, visitantes y familias enteras se congregaron para escuchar les albaes que el grupo Cant Valencià del Puig dedicó con devoción a Sant Roc, a la Mare de Déu del Puig, al Padre Jofré, a los clavarios, a la Orden de la Merced y a todo el pueblo. Cada verso era una caricia al pasado, un homenaje al presente y una promesa de futuro.

Pero la magia no terminó allí. Al salir de la iglesia, les albaes se adueñaron de las calles. Las voces de los cantadores, acompañadas por la música tradicional, se mezclaban con el murmullo emocionado de los vecinos que esperaban en sus puertas. Las calles se convirtieron en un río de gente, de versos y de luz, donde cada parada era una ofrenda cantada, una muestra de cariño y respeto.

La noche avanzaba, pero el cansancio no tenía cabida. Era como si el tiempo se detuviera para rendirse ante la belleza de una tradición que sigue viva gracias al compromiso de todo un pueblo. Y cuando, ya de día, se quemó la lista en la plaza de la Constitución, no solo se cerraba un capítulo de la fiesta, sino que se sellaba un pacto silencioso: el de seguir cantando, año tras año, les albaes que hacen latir el corazón de El Puig.

Sábado: romería, misa y fiesta remember
Finalizada la Nit d´Albaes, sin dormir, los clavarios subieron las escaleras del monasterio para sacar la imagen de Sant Roc y trasladarla al carrer Trencall, donde reposó hasta la romería de la tarde. A las 18:30 horas, comenzó la romería acompañada por la música de la Societat Unió Musical Santa Maria del Puig, que recorrió varias calles hasta llegar a la iglesia del monasterio, donde se celebró una misa solemne con gran participación de los clavarios.

Tras la cena en la casa fonda, comenzó la espectacular mascletà nocturna a cargo de la pirotecnia Dinoalpa del Alto Palancia. Luces, ruido y color llenaron la explanada del monasterio, dejando boquiabiertos a todos los asistentes. Nadie se esperaba un espectáculo pirotécnico de ese nivel que recordó a las Fallas. La noche culminó con la Fiesta Remember organizada por Sant Roc 2000, con música de Jose Coll y barra a cargo de La Taska 2025. El evento fue un éxito rotundo de asistencia y ambiente, cerrando la jornada sobre las 4:00 horas de la madrugada.

Domingo: descanso y preparación
Jornada de descanso para los clavarios, que compartieron momentos con familiares y amigos. Este lunes, retoman la actividad con un viaje para recoger los toros de las ganaderías que protagonizarán los festejos taurinos de los dos últimos fines de semana de Sant Roc.
Sant Roc, un latido que une generaciones
Las fiestas de Sant Roc en El Puig no son solo una celebración: son un testimonio vivo de la identidad de un pueblo que sabe honrar sus raíces con alegría, respeto y emoción. Cada paso de los clavarios, cada nota de dolçaina, cada verso cantado en la Nit d’Albaes, ha tejido un tapiz de recuerdos que quedará grabado en la memoria colectiva.
Han sido días de entrega absoluta, de madrugadas sin sueño y corazones encendidos. Días en los que la devoción se ha mezclado con la fiesta, y la tradición ha brillado con luz propia. El Puig ha demostrado, una vez más, que cuando se trata de Sant Roc, el alma del pueblo late más fuerte.
Ahora, con el descanso merecido y la mirada puesta en los próximos fines de semana, los clavarios se preparan para continuar esta historia que no se detiene. Porque Sant Roc no es solo un patrón: es el símbolo de un pueblo que canta, que celebra y que nunca olvida.