El Puig

Julio Badenes Almenara

Cronista oficial de El Puig de Santa Maria

El nacimiento de El Puig de Santa María

El capítulo 209 del Llibre dels fets constituye el acta de nacimiento de El Puig de Santa María. En él, Jaume I, hacia el 22 de abril de 1237, cuando se dirige al castillo de El Puig para reconstruirlo y usarlo como cuartel general desde el que emprender la conquista de Valencia, desvela a sus caballeros su firme intención de poblar, es decir, de fundar una nueva población en El Puig de Enesa, uno de los nombres medievales de nuestro pueblo. Por tal motivo habían emprendido la expedición hacia El Puig, también llamado de Cebolla, con unos dos mil hombres de a pie, unos cien de a caballo, los hombres de Burriana y unos treinta caballos armados (Llibre dels fets, cap. 210).

La nueva localidad nacerá al resguardo de los potentes muros del castillo, situada entre la ladera sur de la montaña de la Patá y la falda norte del montecillo en el que el rey de la Corona de Aragón fundará la iglesia, a la que se adosará el monasterio mercedario, dedicada a la patrona del nuevo reino.

Pero, además, el mismo Jaume I bautizará a la nueva población eligiendo un nombre distinto a los anteriores: El Puig de Santa María. De ese modo, el Conquistador anunciaba el nacimiento de un municipio, emblemático para el Pueblo valenciano, con una cultura eminentemente cristiana que irá sustituyendo, paulatinamente, a la musulmana.

El castillo de la Patá

El castillo de la Patá, también conocido como de Enesa o de El Puig de Cebolla, fue construido por los musulmanes valencianos, posiblemente en el siglo XI, momento en el que aparece en la historia valenciana al ser elegido por varios aspirantes a conquistar Valencia, por ser el lugar estratégicamente ideal para conseguirlo.

El primer gran estratega medieval que lo consiguió fue el Cid Campeador, y siguiendo su misma táctica militar, en 1237, Jaime I preparó la toma de Valencia y su reino reconstruyendo la fortaleza que le permitió conseguir su gran anhelo.

El castillo supuso el origen del urbanismo de El Puig de Santa María, fundado por Jaime I, pues las nuevas casas se edificaban en la falda de la montaña de la Patá para estar bien protegidas, al amparo de la fortaleza, frente a cualquier ataque enemigo.

La ermita de San Jorge:
un lugar simbólico para los valencianos

La ermita de San Jorge es uno de los monumentos más simbólicos y representativos de la personalidad histórica de los valencianos porque es, justamente, el punto neurálgico en el que tuvo lugar la única contienda en la que se enfrentaron, en agosto de 1237, los musulmanes valencianos y los cristianos, aragoneses y catalanes.

A pesar de que el ejército del rey Zayyan de Valencia era muy superior al de Jaime I, Bernat Guillem de Entença venció al monarca musulman; y los valencianos y valencianas medievales atribuyeron la victoria a la intervención milagrosa de San Jorge. En el siglo XVI se decidió construir una ermita para conmemorar el lugar exacto en donde apareció el santo durante la batalla de El Puig o de Enesa.

El Monasterio de
El Puig de Santa María:

Jaime I decidió edificar la iglesia-monasterio de El Puig de Santa María tras conquistar Valencia en 1238. En 1240 hacía donación de la iglesia a la Orden de la Merced, que a partir de ese momento sería la encargada de custodiar a la patrona de Valencia y su reino: la Virgen de El Puig.

Así, por decisión del Conquistador, el monasterio de El Puig se convertía en el centro histórico, cultural y espiritual de los valencianos y valencianas.

El pequeño monasterio medieval-renacentista sufrió una gran remodelación arquitectónica en 1588, convirtiéndose en el edificio que contemplamos en la actualidad. 

La torre costera de vigía contra los piratas

Las incursiones vandálicas llevadas a cabo por las galeras berberiscas, desde la Edad Media, propagaron la inseguridad y el miedo entre las poblaciones costeras de la comarca de l’Horta. Esta inestable situación obligó a que el gobierno valenciano tomara medidas que pusiesen fin al pillaje.

Entonces, decidieron crear un pequeño ejército que defendiera la costa y un sistema de vigilancia que se llevó a cabo mediante la construcción de torres de vigía repartidas a lo largo del litoral.

La torre de El Puig de Santa María, construida en el siglo XVI, consiguió que la vida de los pobladores de la comarca fuese más segura y tranquila al avisar a sus habitantes de cualquier incursión pirática.

Fiestas y tradiciones

El Puig de Santa María posee tres grandes fiestas: las dedicadas a la Virgen de El Puig, a principios de septiembre, patrona de Valencia y su reino, por decisión de Jaime I; las celebradas, a finales de enero, en honor de San Pedro Nolasco, patrón de la población y fundador de la Orden de la Merced, que según la tradición fue el descubridor de la Virgen; y la festividad de San Roque, celebrada en agosto por los jóvenes de la población. Todas ellas hunden su origen en la Edad Media y definen gran parte de la personalidad histórico-cultural del municipio.

Les Calderes de Sant Pere Nolasc es una tradición que se remonta a la Edad Media y que surge por influencia de los frailes del monasterio, para conmemorar la labor de la Orden de la Merced, y su fundador, de ayuda a los pobres y su gran papel en la liberación de cautivos a los que proporcionaban ropa, comida y amparo.

A la hora de celebrar las fiestas han surgido diferentes tradiciones en El Puig de Santa María: una de ellas es la Nit d’ albaes, con al menos tres siglos de historia, que se celebra el 15 de agosto, víspera de la festividad de San Roque. Y constituye uno de los acontecimientos musicales más importantes de la Comunidad Valenciana.

Otra tradición, surgida en el siglo XIX, de carácter festivo, que tiene que ver con los ritos de paso hacia la edad adulta, tras cumplir con la milicia, es la Trencà de perols que se lleva a cabo en la plaza del pueblo el mismo día de Les Calderes de Sant Pere Nolasc.

Els bous al carrer también constituye una tradición, de raigambre medieval, que tiene lugar a lo largo de todo el mes de agosto, totalmente unida a las fiestas de San Roque.

Otra tradición muy particular, en Navidad, es la Rastrera de pots i peróls que los niños y niñas llevan a cabo para, por medio de un atronador ruido, avisar a los Reyes Magos hacia dónde tienen que dirigirse para llevar sus regalos.

Agricultura, red hidráulica e industria

La situación geográfica del amplio término de El Puig de Santa María lo dotó de tres ámbitos de un alto valor paisajístico y agrícola: el marjal, la huerta y el secano. Desde la Prehistoria estos tres espacios han posibilitado la gran riqueza agrícola de esta emblemática población valenciana.

Según el informe Dobris de la Agencia Europea del Medio Ambiente sólo existen seis paisajes de huerta tradicional en Europa, en las proximidades del mar Mediterráneo: dos en España, tres en Italia y uno en Grecia. Y califica nuestra huerta, la de Valencia, en la que se encuentra nuestro territorio, como un espacio único en el mundo lleno de valores productivos, ambientales, paisajísticos, culturales e históricos excepcionales, que debemos proteger.

La situación geográfica del amplio término de El Puig de Santa María lo dotó de tres ámbitos de un alto valor paisajístico y agrícola: el marjal, la huerta y el secano. Desde la Prehistoria estos tres espacios han posibilitado la gran riqueza agrícola de esta emblemática población valenciana.

Según el informe Dobris de la Agencia Europea del Medio Ambiente sólo existen seis paisajes de huerta tradicional en Europa, en las proximidades del mar Mediterráneo: dos en España, tres en Italia y uno en Grecia. Y califica nuestra huerta, la de Valencia, en la que se encuentra nuestro territorio, como un espacio único en el mundo lleno de valores productivos, ambientales, paisajísticos, culturales e históricos excepcionales, que debemos proteger.

La huerta de El Puig de Santa María no es algo natural sino creado por los musulmanes valencianos al construir la acequia de Moncada, posiblemente en el siglo XI, y crear toda una red de acequias que partían de la acequia madre y llegaban a todo el parcelario, gracias a las regadoras o canales más pequeños que transportaban el agua formando una compleja y fructífera red hidráulica.

De este modo, desde la Edad Media hasta la actualidad, la herencia hidráulica medieval al conjugarse con un terreno excepcional ha conseguido producir una agricultura de suprema calidad, a la que no debemos renunciar.

Uno de los momentos clave de la industria pugenca se sitúa en la industria conservera del siglo XX, todo un ejemplo de sostenibilidad que unía una agricultura potente y de máxima calidad cuyos productos, en un elevado tanto por ciento, eran reelaborados y ofrecidos al mercado. Este tipo de industria debe constituir un ejemplo de todo proyecto productivo que se lleve a cabo en El Puig de Santa María, respetuoso y sostenible con el medioambiente.

Especial agradecimiento a Julio Badenes Almenara, cronista oficial de El Puig de Santa Maria, por elaborar esta sección.

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