En un mundo que corre deprisa, donde los deportes se globalizan y las tradiciones se diluyen, hay lugares que resisten. Lugares donde el juego no es solo competición, sino memoria, identidad y comunidad. Uno de esos lugares es El Puig de Santa Maria, donde la pilota valenciana no es una reliquia del pasado, sino una pasión que se transmite de generación en generación, gracias al trabajo incansable de su club local, la Penya Pilotaris Amics del Frontó del Puig.
Orígenes: de la Roma antigua a las calles de Valencia
La pilota valenciana hunde sus raíces en la Grecia y Roma antiguas, donde los juegos de pelota ya eran populares. Fue el Imperio romano quien introdujo estas prácticas en la Península Ibérica, y con el paso de los siglos, se fusionaron con costumbres locales hasta dar forma a lo que hoy conocemos como joc de pilota.
Durante la Edad Media, este deporte fue practicado por nobles y reyes. El humanista Arnau de Vilanova recomendó su práctica al rey Jaime II de Aragón en 1305, y San Vicente Ferrer lo elogió como entretenimiento saludable en tiempos de epidemias y guerras. En el siglo XIV, ya se documenta su práctica en las calles de Valencia, aunque su popularidad provocó conflictos con el tráfico urbano y el lenguaje soez de las partidas, lo que llevó a prohibiciones como el famoso bando del 14 de junio de 1391, que vetaba el juego en las calles de la ciudad.
Pero en el Reino de Valencia, a diferencia de otros territorios de la Corona de Aragón, se introdujo el juego en recintos cerrados llamados trinquetes, lo que permitió su supervivencia. Así nació una tradición que ha perdurado durante siglos, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia.
Modalidades y esencia del juego
La pilota valenciana se juega principalmente con las manos, y existen varias modalidades:
- Escala i corda: la más profesional, jugada en trinquete.
- Galotxa: similar, pero en calles adaptadas.
- Llargues: la más antigua, jugada en espacios abiertos.
- Raspall: más accesible, con menos exigencia física.
- Frontó: modalidad moderna, jugada contra una pared.
Cada modalidad tiene su propia pelota (de vaqueta, trapo, badana…) y sus reglas, pero todas comparten el mismo espíritu: golpear con el alma, jugar con el corazón.

Edad de oro y grandes figuras
La edad de oro de la pilota valenciana se vivió entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Las partidas congregaban multitudes, se apostaban grandes sumas de dinero, y los jugadores eran auténticos ídolos populares. Algunos nombres brillan con luz propia:
- Paco Cabanes «El Genovés»: considerado el mejor pilotari del siglo XX. Su dominio del juego fue tan abrumador que se tuvieron que modificar reglas para equilibrar los partidos. Ganó todos los títulos posibles y llevó el nombre de su pueblo por todo el mundo.
- Rovellet, Fredi, Sarasol I y II, Álvaro, Puchol II, Tonet IV, Ian de Senyera, Montesa del Puig… son solo algunos de los grandes que han marcado época.
- En el ámbito femenino, destaca Victoria Díez, actual número uno, con seis títulos individuales y una trayectoria que ha roto barreras y abierto camino para muchas mujeres.
Crisis y resurgimiento
Con la expansión urbanística de los años 60, muchos trinquetes fueron demolidos, y la pilota valenciana entró en una profunda crisis. El auge del fútbol alejaron a las nuevas generaciones de este deporte autóctono.
Pero la pasión no se extinguió. Gracias a figuras como El Genovés, el proceso autonómico y el esfuerzo de clubes locales, la pilota resurgió. Hoy, los clubs y entidades públicas impulsan su práctica con iniciativas que pretenden la modernización de estos espacios emblemáticos.
Además, la pilota valenciana fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC), siendo el primer deporte en recibir esta distinción.
El Puig: un bastión de tradición
En este contexto, el club de pilota valenciana de El Puig se convierte en un ejemplo de resistencia cultural. Fundado en 1967, con cerca de 300 socios y una escuela con numerosos alumnos, es uno de los clubes más activos de la Comunidad Valenciana. Su frontón, considerado uno de los mejores, es escenario de partidas, exhibiciones, torneos y encuentros que unen generaciones y fortalecen la identidad local.
El club no solo enseña a jugar: enseña a sentir. A respetar la historia, a valorar lo nuestro, a entender que cada golpe de pelota es un homenaje a quienes nos precedieron.

Instalaciones: el frontón municipal José Antonio Montesa, orgullo de El Puig
Si hay un lugar que simboliza el compromiso de El Puig con la pilota valenciana, ese es el Frontón Municipal José Antonio Montesa. Tras una profunda remodelación culminada en 2022, este espacio se ha convertido en referente autonómico, no solo por su calidad técnica, sino por su capacidad para acoger eventos de primer nivel y fomentar la práctica del deporte tradicional.
Durante tres años de obras, se mejoró todo: desde el frontis, la contrapista, la iluminación, los accesos y, sobre todo, la gradería, que ahora cuenta con mayor capacidad y mejor visibilidad. Además, el recinto dispone de un set para medios de comunicación y un museo dedicado al frontón, que permite a los visitantes conocer la historia y evolución de este deporte en El Puig.
La inauguración del nuevo frontón fue todo un acontecimiento, con partidas que enfrentaron a figuras de la pilota vasca y valenciana, y desde entonces ha acogido encuentros y torneos de gran nivel.
Este espacio no es solo una instalación deportiva: es un templo de la tradición, donde se respira el esfuerzo de generaciones que han luchado por mantener viva la pilota valenciana. Gracias al apoyo institucional y al trabajo del club local, el frontón José Antonio Montesa es hoy símbolo de orgullo, cultura y futuro.
Reconocimiento y futuro
Desde este espacio, queremos rendir homenaje a todos los que hacen posible que la pilota valenciana siga viva en El Puig: jugadores, entrenadores, familias, voluntarios, instituciones. Porque mantener este deporte no es solo una tarea deportiva, es una misión cultural, educativa y emocional.
La pilota valenciana no es solo un juego. Es un latido ancestral que sigue resonando en nuestras calles, trinquetes y corazones. Y mientras haya manos que la lancen, voces que la defiendan y pueblos como El Puig que la abracen, seguirá viva.